Las notas de final de trimestre siempre
hacen sufrir a la familia. Luego, en los mejores casos, las buenas
calificaciones son motivo de alegrías. En los peores, los suspensos, además de
desatar conflictos y disgustos, ponen patas arriba todos los planes de las
vacaciones. Pero ni
hay que hacer un drama, ni pasarlo por alto.
En
vacaciones, hay tiempo para todo: se puede estudiar, aprender y preparar los
exámenes de recuperación de trimestre, y también disfrutar y divertirse sin
agobios ni presiones. «El día es muy largo y el niño tiene que convivir,
compartir con sus amigos, con su familia... Es necesario para su inteligencia
emocional»,
«No hay que dramatizar los suspensos»
Afrontar los reveses académicos de los hijos siempre cuesta, y más a ellos,
pero «nunca hay que dejar que se conviertan en una penitencia para la familia», ni tampoco que sean motivos de riñas y castigos. Ya es
suficiente penitencia para
el alumno estudiar durante las vacaciones escolares para recuperar al volver y sobreponerse al disgusto que supone el
hecho de suspender. Los estudiantes deben comprender que necesitan hacer un esfuerzo
extra, pero no van a estar solos, ya que los padres les
acompañarán en el proceso».
Mi consejo: que siempre antes de ponerse a
la tarea se «dejen
unos días de descanso escolar», nada más terminar las
clases, y después se organice el trabajo de vacaciones. padres e hijos lo
primero que deben hacer es analizar con el profesor el motivo del suspenso.
Hay miles: desde problemas familiares, una enfermedad, o un cambio de
centro, al desinterés por una
asignatura, la ausencia de hábitos y técnicas de estudio o de voluntad o de
motivación... Y siempre se escucharán excusas del tipo «el profe me tiene manía».
Dos o tres horas al día.-
Una vez identificado cuál es el origen de
las malas notas, entre todos se traza una hoja de ruta para estudiar. «Hay
que ser flexibles,
pero el niño tiene que saber que debe cumplir un horario de estudio diario, por
ejemplo repasar por la mañana y descansar por la tarde», en esto, cada familia
tiene su librillo. Padres e hijos deben marcar unos contenidos de estudio
por semana y comprobar si se van cumpliendo. Un esfuerzo de dos o tres horas diarias es
suficiente para aprobar, siempre que se establezca un horario acordado con el alumno». Precisamente, pactar con el estudiante la
hoja de ruta es uno de los requerimientos que ninguna
familia se puede saltar. «El
plan de trabajo se diseña con el estudiante. Incluso
conviene redactarlo
y firmarlo.
Debe dejar tiempo para todo: estudio,
diversión en familia, con amigos, aficiones...», también establecer y acordar
qué ocurrirá si el plan no se lleva a cabo. «Si se incumple se retiran
privilegios. Si se cumple se respetan».
Mensajes de ánimo
Las cosas resultan más fáciles si todo ese
esfuerzo va acompañado de mensajes
positivos. «Los padres tienen que valorar los pequeños
progresos de su hijo y no el resultado final. El niño debe sentir que valoran su
esfuerzo, ayudándole y destacando lo que hace bien y no
repitiendo lo que hace mal».
Primero de ESO suele ser el año que sehace
más cuesta arriba Es en Secundaria donde el fracaso en los estudios se hace más
evidente. El paso de Primaria a Secundaria es un reto para el alumno
porque tiene que adaptarse a una exigencia mayor y se le pide también mayor
rendimiento. Las materias tienen gran carga de contenido». Muchas veces se
cambia de centro, de compañeros de clase, de tutores... Por si fuera poco, a
eso hay que añadir los vaivenes
de la adolescencia. Por todo ello, es muy frecuente que
alguna o algunas asignaturas queden colgando.
La familia también tiene que valorar la
necesidad de una clases
de refuerzo.
También los aprobados
El estudio no es solo para los que han
suspendido, también los que aprueban y obtienen buenas calificaciones deben
continuar trabajando, pero sin ninguna presión. Los alumn@s no pueden estar sin
hacer nada, ya que el hábito de estudio y trabajo diario lo pierde, así como
olvidan algunos conceptos trabajados durante el trimestre. La lectura «de lo que
quieran» es lo más recomendable,
Los expertos recuerdan un apunte final: si
bien el suspenso no se castiga, el
aprobado o las buenas notas sí se premian, pero con mesura: se
recompensa y valora el esfuerzo, se elogia el trabajo realizado, que a la vez
es un deber, pero los buenos resultados no se compran.